María Paula Arango
Equipo de Comunicación | Federación Internacional
Hoy, 24 de enero, conmemoramos el Día Internacional de la Educación, una fecha crucial resaltada por la UNESCO. Enfocándose en el papel vital que juegan la educación y los docentes en la lucha contra el discurso del odio; la UNESCO destaca la necesidad de abordar fenómenos que han proliferado con el auge de las redes sociales, dañando el tejido de nuestras sociedades.
El mundo se enfrenta a una creciente ola de conflictos violentos y un aumento alarmante de la discriminación, el racismo, la xenofobia y la incitación al odio. Estos problemas trascienden fronteras geográficas, género, raza, religión, política, tanto en el mundo físico como en el virtual. Un compromiso activo con la paz se vuelve urgente, y la UNESCO subraya que la educación es fundamental para este empeño.
En este contexto, organizaciones como Fe y Alegría están abordando los desafíos en la educación para la paz en los diferentes lugares donde está presente. En América Latina y África, donde las crisis sociopolíticas, económicas y estructurales son palpables, el Movimiento de Educación Popular busca acompañar a las personas para que adquieran una comprensión más holística del mundo y asuman la responsabilidad de su papel en la sociedad.
Para lograr con éxito este acompañamiento, la clave es crear condiciones para una vida digna y mejor, y esto, en parte se logra a través de los procesos educativos propuestos por Fe y Alegría, que en entornos afectados por crisis prolongadas, ya sea por conflictos armados o situaciones sociopolíticas, se cuestiona las prácticas naturalizadas que perpetúan la violencia.
Promoviendo la convivencia y la ciudadanía en las aulas
Sabrina Burgos, coordinadora del eje de nuevas fronteras en la federación y parte del equipo de Fe y Alegría Colombia; nos comparte sus reflexiones:
La educación para la paz implica el reconocimiento de uno mismo y del otro, basándose en la profunda reflexión sobre los derechos humanos y las responsabilidades hacia la vida y el entorno. Desde las aulas se deben plantear preguntas fundamentales sobre el cuidado, como por ejemplo: ¿Cómo podemos vivir mejor y cambiar hábitos que amenazan toda la vida del planeta?
La gestión de la escuela debe adaptarse para fomentar nuevas formas de relacionarnos, ajustando manuales de convivencia y promoviendo reflexiones sobre la ciudadanía global. Esto requiere una formación integral del profesorado, los estudiantes y la comunidad educativa en general, reconociendo que el cambio comienza desde lo individual hacia lo colectivo.
Es esencial construir y compartir la memoria histórica, reconociendo las diferencias y perspectivas en conflictos vividos de diversas maneras. La escuela debe ser un espacio seguro para abordar temas como migración, discriminación y acceso real a una educación de calidad; lo que permite educar a ciudadanos conscientes, que puedan romper el silencio donde el respecto a la diferencia sea una constante, y la indiferencia un acto excepcional.
La promoción de la convivencia y la ciudadanía implica hablar de realidades difíciles, y colaborar con otras organizaciones para construir transformaciones significativas. Solo a través de acciones educativas concretas podremos contribuir a un debate constructivo y propuestas que favorezcan una paz duradera.
En este Día Internacional de la Educación, recordemos que la educación para la paz es la llave para un futuro más justo y armonioso.
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