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06 marzo 2024

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La migración tiene rostro de mujer

Blanca Gutiérrez *

Lideresa | Iniciativa de Migración


El trabajo que desarrollo en representación de Fe y Alegría para la Red Jesuita con Migrantes me ha permitido aproximarme a lo que considero una Feminización de las Migraciones derivada de la presencia de las mujeres en este fenómeno, misma que se vislumbra desde dos enfoques, el primero, las mujeres que son parte activa en la movilidad humana – mujeres migrantes, desplazadas forzadas, mujeres familiares de migrantes, mujeres en riesgo de migrar-.  Y el segundo, las mujeres que trabajamos con y para las personas en condición de movilidad humana. 

En relación a las personas en la movilidad humana, es importante mencionar el perfil del migrante que hace menos de 10 años establecía que los flujos migratorios estaban integrados principalmente por los hombres jóvenes, cambio; en la actualidad ese perfil fue tomando forma de mujer por el aumento de mujeres en los flujos migratorios.    Según datos de la Organización Internacional de las Migraciones –OIM- el 48% de los migrantes a nivel mundial son mujeres, que migran solas, de forma independiente e incluso como jefas de hogar.    Cuando hablamos de las mujeres migrantes, desplazadas forzadas y familiares de migrantes, es importante mencionar la violencia de género como causa de la migración y como forma de violencia durante el tránsito migratorio; así mismo, esta forma de violencia patriarcal está presente en la vida de las mujeres que son familiares de migrantes.   Por otro lado, cabe resaltar la capacidad de resiliencia y amor que existe en las historias de las mujeres que se vinculan a la migración como sujetos activos de la movilidad humana o como trabajadoras en el tema. 

En relación a las mujeres que trabajamos en el tema de migración, es claro que, en la Compañía de Jesús, representamos el 80% de los trabajadores.  Por inferencia, hay una motivación especial en las mujeres para trabajar en el tema y la vez una forma de trabajo que tiene características específicas vinculadas con la esencia de la feminidad. 

Las palabras que ponen rostro de mujer a la migración. 

En un diálogo con  mujeres que trabajan con y para personas en la movilidad humana en las Obras de la Compañía de Jesús es evidente que todas tienen motivaciones particulares, pero también únicas desde su experiencia,  es así como, Lizbeth Gramajo, Coordinadora de la Red Jesuita con Migrantes de Centroamérica y Norteamérica –RJM CANA – nos comparte: “el trabajo con las personas migrantes, refugiadas, desplazadas o sus familias implica el caminar con uno de los colectivos que enfrentan mayores condiciones de vulnerabilidad y exclusión en la actualidad. Me motiva trabajar en una red que busca ofrecer un servicio y acompañamiento integral a las personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares en la búsqueda de un futuro mejor. Me motiva saber que no es un trabajo que estemos haciendo solos y solas, sino que hay muchas personas y obras de la Compañía de Jesús a lo largo de la región que trabajan comprometidamente con las personas migrantes ya sea desde el acompañamiento directo, la investigación y la incidencia. El trabajo con migrantes implica el encuentro con otras personas, un encuentro en donde ambas personas se enriquecen y crecen”.   

Por su parte, Miriam Reyes, también de la RJM, y desde su doble experiencia como creadora de la Red de Atención de la RJM CANA y  como mujer desplazada forzada,  nos comparte su mirada:”mi motivación para trabajar con migrantes es la lucha contra la violencia, la injusticia y el compartir con otras personas, tanto bien recibido, me motiva acompañar a las personas migrantes”. 

En el ámbito educativo: Thais A. Hidalgo F, Promotora Social en Fe y Alegría Panamá, indica: “Tengo dos motivaciones, la primera es que estuve fuera del país por varios meses y experimente qué es ser migrante y lo importante de encontrar personas y ONGs que brinden algún tipo de orientación.  Y la segunda es saber que puedo aportar de alguna forma a ayudar a las y los migrantes en el momento que buscan información, orientación y apoyo; me satisface saber que les sirvió la información dada, me hace sentir que muy bien que con un granito de arena podemos ayudar a otra persona”. 

Asimismo, Imelda Maza, que es Directora del Centro Educativo Fe y Alegría No. 37, de El Naranjo Petén, en Guatemala, nos comparte: “Mi motivación para trabajar con estudiantes que son familiares de migrantes o que están en riesgo de migrar es que la migración destruye el tejido familiar, social y las dinámicas comunitarias en todas sus dimensiones, incluso en la económica, por tanto desde lo educativo se puede restaurar apoyar en la reestructuración de los vínculos familiares y comunitarios desde el trabajo emocional y de cohesión social y coadyuvar a la recuperación de las dinámicas culturales para la obtención de recursos”. 

Para Belén Medina del Río, de Entreculturas y Referente de la iniciativa de migraciones de Fe y Alegría en España, “es una suerte, un privilegio, trabajar en una organización que prioriza el apoyo a las personas que se ven obligadas a desplazarse y en especial para apoyar a las mujeres, las más vulnerables en ese viaje. Entreculturas y Alboan llevan tiempo trabajando en la campaña Mujeres en Marcha. Esta campaña permite visibilizar la especial vulnerabilidad de la mujer migrante, refugiada o desplazada y se traduce en desarrollar proyectos concretos que respondan a las necesidades de mujeres que han sufrido violencia en contextos de movilidad forzosa. ¿Por qué el foco en las mujeres? Porque el género condiciona la forma y la probabilidad de sufrir la violencia en los tres momentos: en origen –mujeres que tienen que huir para salvar su vida, sometidas a agresiones o violencia intrafamiliar-, durante el tránsito –mujeres vulneradas o agredidas sexualmente en el desplazamiento – y en destino -mujeres que incluso sufren una mayor violencia, xenofobia, explotación laboral, etc.     Esas mujeres que son madres y se desplazan con sus hijos e hijas y tienen, además, que ejercer de maestras, porque el viaje puede ser muy largo. Mujeres que son muy jóvenes y han dejado sus estudios por la necesidad de buscar un medio de vida o para huir de situaciones de violencia. Ninguna de ellas quiere salir de su hogar, de su tierra, es una decisión dura, eso es lo que nos transmiten. Sus historias de vida son un llamado de atención a las organizaciones que trabajamos en movilidad y me interpelan y animan a trabajar por esta causa, especialmente como mujer”.

En mi caso, fui desplazada forzada en los 80´s, después retornada y por causas estructurales vinculadas al acceso educativo fui migrante interna, mi motivación primaria es mi historia en la que me identifico como mujer migrante. Pero a la vez, me motiva la interpelación ética y moral que me genera la realidad de las comunidades educativas de Fe y Alegría Guatemala.  Cómo puedo trabajar en Fe y Alegría sin abordar migraciones, si en las comunidades educativas los datos de abandono escolar por causa de la migración son alarmantes; ¿cómo hacerse de la vista gorda ante los chicos y chicas que expresan su sufrimiento por el padre o madre que han tenido que migrar?; o por estudiantes cuyos proyectos de vida se ven frustrados porque no encuentran una opción para tener vida digna en los países.  En estos últimos años trabajando como lideresa de la iniciativa federativa de migraciones, también encuentro motivación en la realidad de cada Fe y Alegría y en la posibilidad de construcción colectiva de procesos socioeducativos que sirvan para la atención de las y los estudiantes que están relacionados con la migración. 

En un sentido general, las mujeres que trabajamos en la migración tenemos como motivación el servicio para la transformación, la recuperación, acompañamiento, la investigación y la incidencia, con una clara vinculación de los verbos propuestos por el Papa Francisco, acoger, proteger acompañar y promover e integrar a las y los migrantes. 

No hay duda que hasta la fecha lo que hacemos las mujeres que trabajamos con sujetos de la movilidad humana es una labor de calidad y eso no demerita la labor de los hombres en esta temática; pero, cabe preguntarnos ¿existe algún factor diferencial entre el trabajo de las mujeres y el trabajo de los hombres?. Todas coincidimos en que el ser mujer trae aparejada una mística especial, que no demerita el trabajo de los hombres, pero genera una diferencia que favorece la aproximación a las mujeres migrantes.  Esta diferencia parte de los roles y de la formación que tenemos por ser mujeres, como lo señaló  Imelda: “por nuestra formación nosotras como mujeres somos las tejedoras de la comunidad, de la familia y eso se traduce en el ámbito laboral en la acción para la reestructuración del tejido social”.   Lizbeth, indica que: “la empatía que permite la mejor y mayor aproximación a las mujeres”; y Thais coincide, haciendo ver que la sensibilidad favorece la empatía a los casos concretos que se atienden.  

En relación a las mujeres que son parte activa de movilidad humana – mujeres migrantes, desplazadas forzadas, mujeres familiares de migrantes y mujeres jóvenes en riesgo de migrar, también comparten algunas ideas del ser mujer en las dinámicas migratorias.  Sheily Pérez Gatica, ex estudiante del Centro Educativo Fe y Alegría No. 48, Plan Grande Palencia, Guatemala, considera que “trabajar la restructuración de las familias es lo más importante, porque  el problema es la desintegración familiar – ella tiene a su padre y hermana en Estado UnidosActualmente Sheily es promotora de un grupo de autoayuda de la RJM Guatemala,   “ese tema se aborda en las FyAs y la RJM desde la orientación psicosocial siendo transcendental con las familias que quedan en el país; pero es importante empezar a trabajar con las personas que han migrado”.    

Una menor migrante venezolana, participante en el programa de Tejiendo Amaneceres de Fe y Alegría Panamá expresa que: “es importante compartir nuestra experiencia con las personas del país donde llegamos, así cambia la visión que tienen de nosotros por ser migrantes, yo comenté cuando pasamos por el Darién y los demás nos veían asombrados” – referencia al taller los Vuelos del Azacuán, que integra a migrantes de destino y tránsito con jóvenes panameños-.

Miriam Reyes, desde su sentir como mujer desplazada forzada expresa: “Soy abogada experta en migración internacionales, pero también soy mujer y migrante. Sin duda hablar de la migración no es lo mismo que vivir con ella y aprender de ella. Ser mujer migrante es renacer, rehacer y reaprender, es dejarse acompañar, aprender a hacer una pausa para reinventarse para continuar en la misión de acompañar a las demás personas.   Ser mujer migrante es aprender a superar la culpa de “soltar” y transformar los vínculos con la familia, las amistades, con el cariño y el terruño. Es vivir y compartir con otras personas lo que has recibido, el tanto bien recibido”.    

Tamara Zamora – desplazada forzada nicaragüense en condición de refugio,  nos comenta que, además de ser mujer, “soy madre, esposa, colega de trabajo, estudiante, migrante/refugiada. Todos estos roles me hacen sentir multidisciplinaria, multifuncional, pero sobre todo con muchas experiencias de aprendizaje diversas, algunas más traumatizantes. La migración la siento como una oportunidad para aprender a vivir nuevamente, con limitaciones, pero también con un nuevo potencial emocional que me permite trascender las fronteras físicas”.

Para Verónica, madre de familia del Centro Educativo Fe y Alegría No. 49, esposa de un migrante y promotora de grupos de autoayuda de la RJM, “la migración golpea a la familia, y principalmente a la mujer, somos custodiadas por la familia del esposo, nos vigilan y juzgan, si nos cuidamos es malo, si nos descuidamos es malo también porque piensan que los vamos a engañar, nos revisan el gasto y lo que él envía.  Mi marido murió en el covid, y eso puso peor la cosa, porque ya habíamos mejorado en lo que teníamos, pero mi hijo que iba en la universidad dejó de estudiar para ayudar a que salieran los otros.  Acá en Santa Maria, si el hombre se va y se olvida de la familia, que eso pasa mucho, las mujeres nos quedamos sin posibilidades para que todos los hijos estudien. El tema de la mujer lo trabajo en talleres con mujeres de la comunidad y de Fe y Alegría, desde mi experiencia, les digo que se pongan su crema, que se cuiden, que se peinen y que hagan todo lo posible por sus hijas mujeres”.  

Desde los sentires de las mujeres que son sujetos activos de la migración es importante reconocer las necesidades, aprender de la resistencia y la resiliencia;  de la importancia de la parte emocional que es afectada por el fenómeno migratorio y desde las experiencias de la posibilidad de renacer y reconstruir lo que se fragmenta con la movilidad humana. 

En el compartir con compañeras mujeres, migrantes y trabajadoras en tema de migración y desde nuestro compromiso con la educación con enfoque de Género, identificamos tres desafíos ante la feminización de las migraciones: 

  1. Concientización, reconocimiento, apoyo y promoción de la mujer: claro está que habemos muchas mujeres trabajando con y para migrantes y aun más mujeres que son parte de los grandes flujos de la movilidad humana, esta realidad impone un desafío que hay que abordar en todas las obras, en primera instancia conociendo y valorando la importancia, aporte, valor agregado y potencialidades que tiene la mujer que participa en la movilidad humana desde cualquier punto de vista, Asimismo, es trascendental que ese reconocimiento trascienda al apoyo que permita la integración de la mujer cómo actora de la transformación social.  Con base en el pacto educativo – poner a la persona en el centro y promover a la mujer. 
  2. Formación con enfoque de género: la formación desde el enfoque de derechos humanos y de género es preponderante para poder abordar las dinámicas globales en general y en particular la participación de la mujer en las mismas; la migración es parte de estas dinámicas globales en las que cada vez más la mujer toma un rol protagónico.  Pero, estos procesos formativos deben de integrar los saberes y sentires de las mujeres para favorecer la anhelada integración y promoción de la mujer y en este caso concreto de la mujer migrante. 
  3. Educación desde la discriminación positiva de género: lo expuesto por las compañeras que participan en este articulo colaborativo, es solo un reflejo de lo que ya está identificado en distintos estudios, la vulnerabilidad de la mujer en el acceso educativo es parte de las muchas formas en las que se ejerce la violencia basada en género; esta vulnerabilidad se incrementa cuando las mujeres son migrantes, desplazadas forzadas, retornadas o familiares de migrantes.   Por tanto, para una institución educativa con un alto porcentaje de población estudiantil impactada por la migración, es un desafío brindar acceso educativo que favorezca la continuidad educativa y certificación de calidades que prioricen  a la mujer.

* Texto escrito por Blanca Gutiérrez en construcción colaborativa con: 

 

Lizbeth GramaJo – Coordinadora de la Red Jesuita con Migrantes Centroamérica y Norteamérica – 

Belén Medina del Río –  Cooperación Internacional, Alboan / Entreculturas –

Imelda Maza – Directora Centro Educativo Fe y Alegría No. 37, El Naranjo Petén

Thais Hidalgo – Promotora Social, Fe y Alegría Panamá – 

Miriam Reyes – Colaboradora RJM CANA

Tamara Zamora – Refugiada nicaragüense 

Sheily Pérez – Ex Estudiante Fe y Alegría No. 48, Plan Grande Palencia, Guatemala 

Verónica Ixcoteyac, Familiar de migrante Fe y Alegría No. 49, Santa Maria Chiquimula, Totonicapán Guatemala 

Migrante – anónima – Fe y Alegría Panamá 

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