María Paula Arango
Equipo de Comunicación | Fe y Alegría Internacional
¿Alguna vez se han preguntado qué se siente migrar, especialmente cuando no hay condiciones óptimas para hacerlo?
Imagina dejar todo lo que conoces, tu hogar, tu familia, tus amigos, y aventurarse hacia lo desconocido. Ahora, imagina hacerlo sin tener las condiciones adecuadas, forzado por la persecución, la violencia o la pobreza extrema. Esta es la realidad de millones de migrantes y refugiados en América Latina, una realidad llena de desafíos, pero también de esperanza y resiliencia.
Según el “Informe Mundial sobre Migración 2024” de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la cantidad de migrantes internacionales ha aumentado significativamente en las últimas décadas. A nivel mundial, se estima que para 2020 había 281 millones de migrantes internacionales, representando el 3.6% de la población mundial.
En América Latina y el Caribe, la migración intrarregional es un fenómeno destacado. En 2020, aproximadamente 11 millones de personas de la región residían fuera de sus países de origen, siendo Estados Unidos el principal destino para los migrantes latinoamericanos. Sin embargo, países como Colombia, Perú y Chile también han recibido grandes flujos de migrantes y refugiados, especialmente de Venezuela.
El trabajo en red es fundamental para abordar la complejidad de la migración en Centroamérica. La Red Jesuita con Migrantes (RJM) en esta región, cuenta con la participación activa de varias obras de la Compañía de Jesús, destacando la contribución de Fe y Alegría. Este enfoque colaborativo se centra en áreas clave como la investigación, la atención psicosocial y la incidencia política. A través de esta red, no solo se atienden las necesidades materiales de los migrantes, sino que también se promueve una visión espiritual inspirada en San Ignacio de Loyola, enfatizando el mandato de “amar y servir” en todos los aspectos de la ayuda humanitaria.
Franklin Rojas es un refugiado nicaragüense que nos comparte su experiencia y su trabajo en el contexto migratorio. Franklin llegó a Guatemala en 2019 tras huir de su país debido a problemas de seguridad y persecución política. Su pasión por viajar y estar en contacto con la naturaleza se convirtió en una vía para encontrar paz y resiliencia en medio de su difícil situación.
Al poco tiempo de llegar a Guatemala, la pandemia de COVID-19 dejó a muchas personas migrantes varadas. Ante esta crisis, Franklin y su madre abrieron las puertas de su casa para apoyar a compatriotas nicaragüenses. Fue entonces cuando el P. José Luis González, SJ, conoció su labor y le habló sobre la Red Jesuita con Migrantes (RJM). En 2021, Franklin se unió como voluntario para apoyar una Casa del Migrante en la frontera con Honduras, en previsión de la llegada de una caravana de migrantes. Este fue el inicio de su trabajo con la RJM.
Franklin se convirtió en el primer voluntario de la RJM en la frontera, trabajando junto a un equipo compuesto por el P. José Luis, una religiosa del Sagrado Corazón, la Madre Cabrini y un abogado. Meses después, el P. José Luis le propuso a Franklin ser promotor de educación durante medio tiempo para el diplomado de la pastoral del migrante. Con el tiempo, ayudó a restaurar un inmueble donado por la Universidad Rafael Landívar, que se convirtió en el Centro de Atención a Migrantes Casa Myrna Mack. En este centro, Franklin actualmente coordina la atención humanitaria para familias migrantes y solicitantes de refugio en Guatemala.
El contexto migratorio en América Latina está profundamente influenciado por las crisis políticas de la región, que obligan a miles de personas a desplazarse. Desde Casa Myrna Mack, Franklin y su equipo atienden diariamente a muchas familias, cada una con historias únicas que reflejan la complejidad de la migración. Algunas familias huyen por motivos económicos, mientras que otras lo hacen debido a la violencia o la persecución política en sus países de origen. Además, hay casos de familias que buscan mejores recursos y atención médica especializada.
Desde Casa Myrna Mack se brinda asesoría sobre derechos y procesos de protección internacional, de manera lúdica y accesible. Este trabajo educativo es esencial, ya que muchos migrantes ven vulnerados sus derechos, incluida la educación. La RJM y Fe y Alegría desarrollan material didáctico para niños, niñas y adolescentes migrantes, enseñándoles sobre sus derechos y ayudándoles a identificar diferentes tipos de violencia. Este enfoque psicosocial migratorio también incluye actividades educativas que facilitan el aprendizaje de números y colores, preparando a los niños para enfrentar los riesgos del camino y saber cómo actuar en situaciones de emergencia.
Franklin Rojas, a través de su experiencia y trabajo con la RJM, nos ofrece un mensaje lleno de esperanza y humanidad: “Acoger y acompañar a las familias en estos momentos difíciles. La comprensión y la solidaridad son clave para la seguridad de las familias migrantes. Les invito a conversar y escuchar sus historias. Muchas veces pensamos que las familias solo necesitan apoyo material, pero a veces solo necesitan ser escuchadas y comprendidas”.
Además, resalta que “las familias migrantes aportan a las comunidades de acogida riqueza cultural. No debemos estereotipar a la población migrante; en toda sociedad hay personas muy buenas y otras no tanto, y no podemos generalizar las acciones de una persona. Todas las familias migrantes tienen sueños, necesidades, amor y alegría. Seamos corteses y solidarios. Solo Dios sabe el dolor y la esperanza que cada migrante lleva en su corazón”.
El viaje de Franklin, su dedicación y su mensaje de esperanza nos invitan a reflexionar sobre el verdadero significado de la migración. Nos recuerdan que, detrás de cada número y estadística, hay historias humanas llenas de coraje y determinación. Así como Franklin encontró apoyo y solidaridad en su camino, nosotros también podemos ser parte de una red de acogida y comprensión para aquellos que buscan un nuevo comienzo.
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