Días previos al Congreso Internacional de Fe y Alegría, realizado en Quito, se llevó a cabo el encuentro presencial de representantes de Congregaciones religiosas en Fe y Alegría. En casi 70 años del Movimiento es la primera vez que se celebra una reunión como ésta, por esa razón, la emoción, alegría y gratitud por la posibilidad marcaron la tónica desde la llegada de las delegaciones a Quito.

Como lema motivador escogimos una frase lapidar del p. Velaz: «Congregaciones religiosas Sembradoras de Fe y Alegría». Así nos sentimos, habitadas por una promesa que desde los orígenes es fuente de fecundidad y creatividad apostólica. Manantial donde se recurre para retomar fuerzas, renovarnos y regresar con mayor pasión para continuar entregando la vida al Señor por los caminos del descarte y la marginación. 

Reconocer el camino trillado, desde el mutuo conocimiento, nos ha permitido acoger la novedad desde los distintos contextos en los cuales las CCRR realizan su servicio. La escucha profunda a cada compartir en clave de conversación en el Espíritu propició la experiencia de honda sintonía en el Señor. Todas, todas llamadas/os a tender la mano desde los dones concedidos a cada congregación religiosa, en una misión compartida. 

Al finalizar el encuentro hemos podido constatar la obra del Espíritu en el grupo: esperanza renovada, pasión reforzada, decisión por seguir construyendo juntos y juntas. Esta certeza quedó plasmada en la que convinimos denominar la Declaración de Quito de las Congregaciones Religiosas en Fe y Alegría. Un documento formulado en 10 puntos clave que sintetizan el modo como nos percibimos y las llamadas del Señor para este momento histórico en la Federación. 

En el documento destacamos la importancia de renovar la respuesta radical al servicio de Dios encarnado en los pobres, manteniendo una actitud profética y comprometida en las fronteras. Señalamos, también, la necesidad de trabajar en unidad y colaboración, reconociendo la diversidad de carismas como una riqueza para la misión.

Como Congregaciones Religiosas de Fe y Alegría, guiadas por el Espíritu Santo, reafirmamos el compromiso con la misión de servir a los más necesitados y excluidos. Y nos disponemos a buscar nuevas formas de llevarlo a cabo, a través de la creatividad apostólica y la sinodalidad, siempre con una mirada puesta en la formación y el crecimiento espiritual. En definitiva, el texto presenta un llamado a la unidad, renovación y profundización en la fe, para seguir construyendo una Fe y Alegría cada vez más fuerte y comprometida con la justicia social.