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Último informe de UNICEF alerta sobre crisis educativa global

Macarena Romero
Coordinadora Técnica de Acción Pública | Fe y Alegría Internacional


En 2024, casi 250 millones de niños en el mundo vieron interrumpida su educación, según un reciente informe de UNICEF. Esta cifra devastadora representa casi uno de cada diez niños en edad escolar, una crisis silenciosa que pone en riesgo su futuro y el de nuestras sociedades.

 

Las causas son múltiples: conflictos armados, desplazamientos forzados, crisis climáticas y desastres naturales han dejado sin acceso a la educación a millones de niños en países como Sudán, República Democrática del Congo, Afganistán y Myanmar. En Gaza, por ejemplo, más de 625.000 niños están sin clases debido a la destrucción de escuelas.

 

El impacto de esta crisis es profundo: sin educación, los niños enfrentan mayores riesgos de pobreza, explotación y violencia. A largo plazo, esto significa comunidades más vulnerables y un mundo con menos oportunidades para todas las personas.

El documento Aprendizaje interrumpido: Panorama general de las perturbaciones en la educación provocadas por el cambio climático en 2024, analiza por primera vez los peligros climáticos que provocaron el cierre de escuelas o la interrupción significativa del calendario escolar, con la consiguiente repercusión en los niños y niñas desde la educación preescolar hasta el segundo ciclo de secundaria.

 

En 2024, las olas de calor fueron el principal riesgo climático que obligó a cerrar las escuelas y que, solo en abril, afectó a más de 118 millones de estudiantes, según los datos. 

 

Nos sumamos a la denuncia internacional de que los niños y niñas no pueden concentrarse y aprender en unas aulas que no ofrecen alivio alguno frente al calor sofocante ni tampoco pueden llegar a la escuela si los caminos están inundados. El pasado año, uno de cada siete estudiantes no pudo asistir a la escuela debido a las inclemencias del tiempo, que son, por otro lado, una amenaza para su salud y su seguridad y afectan a su educación a largo plazo.

 

El aumento de las temperaturas, las tempestades, los huracanes, las inundaciones y otros peligros climáticos pueden dañar las infraestructuras y el material escolar, dificultar el acceso a las escuelas, generar inseguridad en los entornos de aprendizaje y afectar a la concentración, la memoria y la salud física y mental de los estudiantes.

En contextos de fragilidad, el cierre prolongado de las escuelas provoca que el estudiantado tenga menos probabilidades de volver a las aulas y lo expone también a un mayor riesgo de caer en las redes del trabajo infantil o de contraer matrimonio en la infancia. Como demuestran los datos, esta realidad suele afectar de manera desproporcionada a las niñas, que corren más riesgo de abandonar la escuela y sufrir actos de violencia por motivos de género durante y después de los desastres.

 

Como reclama la Campaña por el derecho al aprendizaje que desde Fe y Alegría estamos impulsando durante todo este 2025, los sistemas educativos de todo el mundo ya venían excluyendo a millones de niños y niñas. De hecho, la falta de profesores cualificados, el hacinamiento en las aulas y la desigualdad en términos de calidad y acceso a la educación son desde hace tiempo algunos de los factores que impulsan una crisis educativa que hoy en día resulta agravada por los peligros climáticos.

 

El informe señala que las escuelas y los sistemas educativos están por lo general mal preparados para proteger a las y los estudiantes contra estas perturbaciones y concluye que, en el ámbito de la educación, la inversión financiera centrada en el clima sigue siendo sorprendentemente baja y hay una escasez de datos a nivel mundial sobre las perturbaciones en la educación.

 

Desde Fe y Alegría trabajamos con gobiernos y aliados para apoyar la adaptación y la construcción de aulas resistentes al clima que protejan a la infancia y juventud contra los fenómenos meteorológicos adversos y contribuyan, con unos aprendizajes transformadores y vinculados al cuidado de la casa común, a mitigar los efectos del cambio climático como agente de cambio comunitarios.

 

Si tú también, súmate hoy a la Campaña por el Derecho al aprendizaje y apoya nuestras demandas.

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