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El legado de Fe y Alegría es una educación que dignifica y transforma

Comunicaciones | Fe y Alegría Internacional


Celebrar 70 años de Fe y Alegría es, ante todo, hacer memoria, agradecer y renovar el compromiso de seguir adelante. Así lo expresa la Hna. Maribel, directora del Colegio María Inmaculada, el segundo colegio de Fe y Alegría, ubicado en Barrio Unión, Petare (Venezuela). Su testimonio refleja el espíritu que ha sostenido a Fe y Alegría durante estas siete décadas: educación con sentido comunitario, arraigada en la justicia social y con una profunda misión de transformación.

 

Para la Hna. Maribel, este aniversario no solo es una conmemoración del pasado, sino un impulso hacia el futuro.  “Hoy el mundo necesita que estos 70 años sean una antorcha, que la vida siga dándose a través de la educación en todos los lugares donde Fe y Alegría está presente”. 

 

Desde sus inicios, el movimiento nació con el compromiso de llegar a donde terminaba el asfalto, allí donde la educación era un sueño lejano para muchos. Hoy, esa misión sigue más vigente que nunca en los 22 países donde Fe y Alegría continúa creciendo y adaptándose a las necesidades de cada comunidad y época.

 

 Dirigir en Fe y Alegría: una labor comunitaria

 

La Hna. Maribel ha trabajado en Fe y Alegría Venezuela durante 28 años, tiempo en el cual ha desempeñado distintos roles en la pastoral juvenil, ha sido subdirectora del Colegio y posteriormente Directora General. Desde cada rol ha vivido la misión de Fe y Alegría con los miles de estudiantes, familias y comunidades que ha compartido.

 

Para ella, ser directora en Fe y Alegría es dirigir en plural, porque la labor educativa se construye en comunidad. Las escuelas de Fe y Alegría no solo forman estudiantes, sino que crean lazos, fortalecen barrios y generan redes de apoyo que trascienden las aulas. “Dirigir en Fe y Alegría tiene el sabor del Evangelio. Es crear comunidad y, desde ella, acompañar e impulsar procesos educativos que transforman vidas”.

 

También, destaca que la vinculación de las congregaciones religiosas ha sido fundamental en el movimiento. Desde los primeros años, las congregaciones pusieron los cimientos del movimiento, acompañaron a las comunidades y sembraron la semilla de la educación popular. “Las religiosas apostaron por estar entre los más necesitados, donde terminaba el asfalto, y le dieron vida a Fe y Alegría. Trabajaron junto con la Iglesia y la comunidad para construir oportunidades en los barrios más vulnerables”.

 El mayor legado: educación que dignifica y transforma

 

Para la Hna. Maribel, el mayor legado de Fe y Alegría es claro: brindar educación que abre horizontes y dignifica a las personas y comunidades. “La escuela de Fe y Alegría es un corazón que late en cada barrio donde está presente, porque la educación cambia vidas y hace que las comunidades se sientan valiosas. Tener una escuela en su barrio hace que la gente se sienta dignificada, que sienta que su comunidad importa”.

 

Esta conexión profunda entre escuela y comunidad hace que los exalumnos sigan vinculados al movimiento, incluso después de haber enfrentado dificultades en su educación. Un testimonio conmovedor es el de un joven que, tras pasar por momentos difíciles en la calle, regresó años después con su hija recién nacida para presentarla a la Virgen en la escuela que lo acogió. “Él no pudo terminar sus estudios por muchas circunstancias, pero su escuela siempre fue su escuela. Ahora quiere que su hija estudie aquí, porque sabe que Fe y Alegría le dará la oportunidad que él no tuvo”. 

 

Los desafíos de Fe y Alegría para el futuro

 

De cara al futuro, la Hna. Maribel destaca tres grandes retos que Fe y Alegría debe asumir:

  1. Ser fiel a sus raíces: Fe y Alegría nació con la comunidad, desde la necesidad y con el compromiso de construir juntos. Cualquier nueva escuela debe nacer de la mano de las comunidades, involucrándolas en su construcción y desarrollo.
  2. Levantar la bandera del Derecho al aprendizaje: En muchos países, la educación sigue siendo una prioridad olvidada. Fe y Alegría debe seguir siendo una voz fuerte en la defensa de la educación como un derecho fundamental, no como un privilegio.
  3. Seguir apostando por la comunidad: La educación no es solo un proceso académico, sino un tejido de relaciones, identidad y dignidad. Fe y Alegría debe seguir promoviendo escuelas abiertas, integradas a sus comunidades, que no solo formen estudiantes, sino ciudadanos comprometidos con la justicia social.

En este aniversario, Fe y Alegría no solo celebra su trayectoria, sino que renueva su misión de seguir educando donde más se necesita. “Nuestra mejor carta de presentación ante el mundo no son sólo cifras, sino vidas transformadas, comunidades fortalecidas y proyectos que siguen sembrando esperanza. En estos 70 años, Fe y Alegría ha sido luz y sal en cada lugar donde ha llegado. Que sigamos fieles a nuestro origen y abiertos a los desafíos del futuro”. 

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