La escuela como lugar privilegiado para salvar las vidas amenazadas por la violencia, por la desnutrición, por la feroz desigualdad. Durante el aislamiento prolongado, la escuela también fue una víctima del virus. Alejaron a los maestros de sus estudiantes por seguridad sanitaria, pero a muchos los condenaron al peligro inminente. A la escuela le quitaron la posibilidad de cobijar a los más vulnerables.