Propuesta Socioeducativa

El objetivo de nuestra propuesta socioeducativa es la transformación personal y comunitaria de las personas que viven en situación de pobreza y vulnerabilidad en Argentina. La desarrollamos en pos de la construcción de una sociedad más justa, con mayores oportunidades para todas y todos, donde podamos vivir “los seres humanos en hermandad”, tal como se expresa en el Ideario y el Decálogo de nuestra Federación Internacional de Fe y Alegría.

 

La materialización de este trabajo ha implicado para nosotras y nosotros la construcción de una mirada sobre nuestra Argentina, confiando en la educación como la mejor herramienta para el empoderamiento y la transformación de los contextos de inequidad, pobreza y exclusión en donde estamos presentes.  Entendemos que la participación organizada es la vía más adecuada para que todas las personas y las comunidades puedan ser sujetos de su propia historia y, a través de ella, transformen sus actuales condiciones de exclusión y marginalidad para conseguir una vida plena y digna.

 

Nuestra opción pedagógica popular es pensada desde el empoderamiento de las personas excluidas para que este proceso “los lleve más allá de una forma de conocimiento útil y simple” hacia los paradigmas de la complejidad. En consecuencia, optamos por una pedagogía y una metodología para la transformación y no para la adaptación; que parte del saber y cultura de los educandos y las educandas,  que se orienta a la conversión del sujeto para que sea protagonista de su propio desarrollo y co-responsable del desarrollo de los y las demás. 

La opción pedagógica desde lo popular se sustenta a partir de un aprendizaje dialógico, que permite a las personas descubrirse a sí mismas y tomar conciencia del mundo que las rodea. De ahí que el acto de educar no puede reducirse a un proceso meramente técnico, transmisivo y mecánico, sino que debe concebirse como un ejercicio de ética democrática que a través del diálogo nos construye como personas en el desarrollo de una nueva ciudadanía global.

 

Esta propuesta de Educación Popular que llevamos a cabo en nuestros centros educativos y comunitarios tiene como “faro” una opción ética enraizada en los contextos y comprometida con el ser humano, con la vida y con “nuestra Casa Común”. La opción ética se centra en la voluntad de trabajo individual y colectiva, conscientemente asumida, lo que implica una doble construcción: en primer lugar, al interior del ser humano como educador o educadora popular y gestor o gestora de una nueva propuesta de vida siendo sujeto en permanente construcción; y en segundo lugar, una acción transformadora del contexto.

 

Asimismo, nuestra opción política es asumida coherentemente desde la concepción de la construcción “de lo público como bien común y el fortalecimiento de la equidad”. Desde esta opción, las personas,  tienen la garantía de aportar desde sus diferencias a la construcción de una sociedad democrática y participativa.

Del mismo modo, comprendemos a la Promoción Social como una acción transformadora de la realidad y constructora de una sociedad justa, equitativa, solidaria y fraterna que busca que un empoderamiento colectivo.  De allí la importancia que todos los centros se conviertan en escenarios donde confluyan diferentes personas y colectivos de las comunidades para articular y dinamizar las propuestas, para convertirse en una verdadera “comunidad educativa”. Por consiguiente, cada uno de nuestros espacios ha de pensarse “desde la comunidad” para trabajar “con y para ella”.

 

Es necesario romper con los paradigmas tradicionales de la educación formal para trabajar una propuesta educativa y de promoción social más vinculada al contexto y en clave de Prevención. En tal sentido, y para cumplir con nuestro objetivo de la transformación personal y comunitaria, es necesaria la vinculación entre una educación formal integral y de calidad con programas educativos abiertos no formales, reconociendo a las comunidades de los centros como las protagonistas de su propio desarrollo; promotoras de la participación con relación a la búsqueda de soluciones para los problemas que las afectan, cumpliendo el papel de dinamizador e impulsando la participación.

 

Para todo ello y más allá de la inmensa labor de los equipos directivos y cuerpos docentes, es importante involucrar a las y los estudiantes en el trabajo de promoción social comunitaria. La construcción de paz y ciudadanía, el enfoque de capacidades y el cuidado y la defensa de la vida marcan el horizonte y el sentido de nuestra apuesta y propuesta ya que nos vemos desde la escuela y más allá de la escuela, transformando las relaciones en territorios concretos, construyendo vida con sentido en nuevos contextos.

El trabajo en la comunidad tiene una mayor incidencia en los aspectos denominados del “desarrollo” socioeconómico y de exigencia de derechos, y es un espacio de circulación de distintas iniciativas de cooperación gubernamentales, de organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales, y de la propia comunidad. Aquí el trabajo en red es central como principio de construcción de comunidad, que implica la colaboración, la cooperación, la solidaridad y es base de la organización para conseguir los objetivos de transformación que perseguimos. Todo esto lo hacemos sin renunciar a nuestra esencia, tan bien expresada en nuestra pertenencia federativa que nos define “Movimiento Internacional de Educación Popular Integral y Promoción Social”. Pero desde una totalidad, sin fragmentaciones: somos y queremos ser “a la vez” Popular, Integral y Promoción Social.

 

En Fe y Alegría Argentina, identidad y espiritualidad se exigen mutuamente y vienen a ser como las dos caras de una misma moneda, hasta el punto en que podríamos afirmar que en nosotras y nosotros es una “identidad espiritual”.  Como organización de la Compañía de Jesús, nos nutrimos de la Espiritualidad Ignaciana como eje central de nuestra misión. La misma se traduce en la experiencia de Dios a través de la “vida interior”, de la “vida compartida” y de la “vida comprometida”, inspirando desde aquella toda nuestra acción educadora, humanizante y liberadora, en la promoción de la Justicia y la dignidad para toda la sociedad. Nuestra identidad, en consecuencia, brota de y se manifiesta, en una espiritualidad encarnada que se esfuerza por testimoniar en todo su quehacer y en su modo de proceder, la misión y los valores que proclama. Espiritualidad que apuesta por la persona más necesitada; que siente compasión por el dolor ajeno y que está comprometida en transformar la realidad que le rodea. Espiritualidad que supone una conversión continua pues nos reconocemos “barro frágil y débil” pero “barro avivado por el Espíritu”, para hacer cada vez más nuestro el proyecto y el estilo de vida de Jesús.

 

En definitiva, no queremos dicotomías o propuestas superpuestas. Desde nuestra propuesta socioeducativa trabajamos en la construcción de un Proyecto Integral Transformador que busca la formación de personas conscientes de sus potencialidades y de la realidad que les rodea, abiertas a la trascendencia, compasivas y solidarias, conscientes y comprometidas.

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