Discurso Dani Villanueva, SJ coordinador general de Fe y Alegría Internacional
Discurso Dani Villanueva, SJ coordinador general de Fe y Alegría Internacional
Dani Villanueva, SJ 20 de Marzo de 2025 en Santo Domingo, República Dominicana
Queridas compañeras, compañeros, amigas, amigos, querida familia de Fe y Alegría,
El 5 de marzo cumplimos 70 años de vida. Y el hito que marca el comienzo de nuestra historia no es una firma, una reunión, la inauguración de un edificio… fue el comienzo de las clases. El 5 de marzo de 1955, en aquel barrio de Catia, en Caracas, empezaron las clases en el primer Fe y Alegría de la historia. Ahí arranca todo. El hito que marca nuestro comienzo es – no podría ser de otra manera – la acción educativa.
Hoy celebramos 70 años de aquel momento que, como sabemos, nace de la indignación de Vélaz y aquellos primeros voluntarios ante la realidad de exclusión educativa y social que encontraron en los barrios de Caracas. Su sueño es acabar con “las cadenas que todavía en nuestra América esclavizan, degradan y paralizan a nuestros niveles populares.” Es por eso que, alentado por la generosidad de Patricia y de Abraham, comienza esta aventura de crear una “escuela pensada para el pueblo.”
Desde su origen, Fe y Alegría ha sido un sueño compartido, una apuesta audaz por la transformación social a través de la educación de calidad. Nuestro querido Jorge Cela, visionario CG de los años 2000, siempre hablaba de tres parábolas fundacionales que revelan nuestra esencia e identidad.
Ahí tenemos simbolizados los pilares de nuestro movimiento: educación con intencionalidad transformadora, opción ética por los más vulnerables, contextualización y construcción colectiva desde las comunidades, y dimensión política – educación como bien público – y por lo tanto necesidad de trabajo con la sociedad civil, las empresas, los gobiernos y sus estructuras. Hoy celebramos que, 70 años después, somos testigos, herederos de este legado que comenzó en Venezuela ¡Gracias FyA Venezuela!
Así pues, quiero expresar nuestra más profunda gratitud al señor ministro de Educación Luis Miguel De Camps. Su presencia en esta celebración refleja un compromiso genuino con la educación en República Dominicana. Desde nuestro nacimiento en el país, ya hace 35 años, el Ministerio de Educación ha sido un aliado invaluable. ¡Gracias Señor ministro, por caminar junto a Fe y Alegría, cuente con nosotros para seguir construyendo juntos un futuro más inclusivo y digno para todos y todas, y muchas gracias Fe y Alegría Dominicana!
Nuestro compromiso es claro: transformar la sociedad a través de una educación popular integral y participativa. Apostamos por sociedades más justas e inclusivas, donde la educación sea una herramienta de equidad y emancipación. Soñamos con una educación profundamente humana, que no solo enseñe, sino que forme agentes de cambio con pensamiento crítico y conciencia ética. Educar no es solo una tarea técnica, sino una causa de liberación y dignidad, especialmente para los más excluidos.
Queremos espacios educativos que cuestionen desigualdades y ofrezcan aprendizajes significativos. Un proyecto educativo que abra caminos a la trascendencia, una educación que guíe a las nuevas generaciones a situarse ante el mundo y ante Dios, contribuyendo a un futuro más justo, fraterno y esperanzador.
Este sueño solo será posible si lo construimos juntos. Imaginamos comunidades solidarias y organizadas, donde la educación sea un bien colectivo, fortaleciendo el tejido social desde el diálogo, la memoria y los derechos, donde la justicia y la equidad sean principios vividos cada día.
Así pues, quiero expresar nuestra más profunda gratitud al señor ministro de Educación Luis Miguel De Camps. Su presencia en esta celebración refleja un compromiso genuino con la educación en República Dominicana. Desde nuestro nacimiento en el país, ya hace 35 años, el Ministerio de Educación ha sido un aliado invaluable. ¡Gracias Señor ministro, por caminar junto a Fe y Alegría, cuente con nosotros para seguir construyendo juntos un futuro más inclusivo y digno para todos y todas, y muchas gracias Fe y Alegría Dominicana!
Este marco fundacional y su inspiración nos recuerdan que nuestro modo de proceder no es estático – no puede serlo – ni puede limitarse a estructuras existentes. Fe y Alegría ha crecido y se ha fortalecido en estos 70 años, consolidándose como un movimiento educativo con presencia internacional. Ya somos 22 países federados, pero tenemos trabajos en más de 30 países en Latinoamérica, Europa y África y Asia. Somos un movimiento popular de Iglesia diverso, sinodal y multicultural, que demuestra que es posible construir juntos desde la participación, la descentralización, la transparencia y el discernimiento. Así, vamos descubriendo las oportunidades misionales que nos brinda esta creciente dimensión internacional.
La exclusión educativa y las políticas que afectan el derecho a una educación de calidad tienen cada vez más un carácter transnacional, lo que exige una acción federativa que combine la perspectiva local con la internacional, asegurando que nuestra labor educativa tenga un impacto transformador tanto en las comunidades como en las políticas públicas, para que la educación pública de calidad sea un verdadero bien común, accesible a todos y todas. Por ello, hemos avanzado en la profesionalización de nuestras estructuras y procesos sin perder nuestra esencia comunitaria y dialogal. Nos hemos configurado como una gran red de comunidades educativas, aprendiendo unos de otros y poniendo ese aprendizaje en diálogo con otras redes e instituciones que comparten nuestro horizonte misional a través de iniciativas de trabajo en distintos temas.
Somos un movimiento, y continuamos ampliando diálogos con proyectos de educación popular en contextos de frontera cada vez más diversos, fortaleciendo vínculos y estableciendo alianzas con redes afines como Servicio Jesuita a Refugiados, Cristo Rey, Nativity, Kanisius, Sankalp o Safa. Cada vez se hace más real el sueño de Vélaz: una gran alianza por la educación, una plataforma popular – cada vez más global – que defienda el derecho a la educación como un bien público fundamental.
Somos un movimiento, y nuestra mayor fortaleza no reside en la institucionalidad, sino en el espíritu que nos impulsa. Como decía nuestro querido Joseba Lazcano, entusiasta de FyA Alegría, somos un movimiento con Espíritu. La educación en Fe y Alegría es una misión profundamente espiritual, no sólo porque la Fe sea uno de los motores del movimiento sino porque nuestra visión está enraizada en la convicción de que toda persona es imagen de Dios y merece una vida digna y plena. Inspirados por el Evangelio y la espiritualidad ignaciana, entendemos la educación como un acto de amor y de justicia, una herramienta de liberación y construcción del Reino. Por ello, insisto, educar es para nosotros un acto de esperanza y fe en un mundo más humano y fraterno.
Somos un movimiento. La historia nos ha enseñado que la transformación sólo acontece cuando es compartida. Nada de lo que hacemos es posible sin la fuerza de la comunidad. En Fe y Alegría lo tenemos claro, necesitamos de otros:
Nuestro compromiso con la educación popular nos exige estar atentos a la realidad de los territorios, reconocer en cada rostro desafíos educativos y responder con creatividad e innovación. No se trata solo de enseñar, sino de garantizar que cada persona acceda a sus derechos, se autodetermine y construya, junto a otros, la vida que sueña y merece. Como decía el Padre Vélaz: “Fe y Alegría no quiere ser solo una organización que hace escuelas, sino un movimiento que transforma la sociedad a través de la educación popular, impulsando la justicia social y estructural mediante la autotransformación del pueblo educado.”
Por eso, Fe y Alegría somos más que escuelas: somos radios, centros comunitarios, centros inclusivos, residencias estudiantiles, talleres, casas, aldeas, calles, caminos. Somos un movimiento que se deja interpelar por la realidad y que hoy, una vez más, a los 70 años, se pregunta ¿Dónde estamos llamados a estar? ¿Qué necesidad educativa no está siendo respondida? ¿Al lado de quiénes debemos caminar hoy? La indignación ante las nuevas injusticias nos urge a discernir juntos, compartir aprendizajes y llevarlos a las nuevas fronteras. Fronteras que no son límites, sino espacios de encuentro, diálogo y acción.
Hoy, la realidad, nos provoca con una crisis educativa sin precedentes que tiene muchos rostros. En este momento apostamos por la primera infancia, la educación intercultural, la inclusión de personas con discapacidad, el acompañamiento juvenil y la formación de migrantes y desplazados, iniciativas todas que buscan romper los ciclos de pobreza y exclusión que limitan la libertad y la ciudadanía de poblaciones o territorios especialmente vulnerables. Pero nos seguimos haciendo preguntas y desafiando a buscar una mejor educación para hacer otro mundo posible.
Decía Vélaz “Le pido a Dios que el optimismo emprendedor y creador no nos abandone nunca.” Ojalá este aniversario nos ayude a avivar la audacia que forma parte de nuestra misión desde sus orígenes, no podemos perder la radicalidad de la propuesta. Me consta en todos los países ese discernimiento continuo hacia “dónde está hoy el final del asfalto.” Para algunos son los bachilleratos alternativos, el trabajo con población privada de libertad, la nueva ruralidad, la población LGTBQ+, las escuelitas infantiles en barriadas, las aulas de reingreso, escuelas abiertas, el trabajo con pueblos originarios o las escuelas multigrado… ¡Atrevámonos!, decía Vélaz, ¡Atrevámonos!. ¿Quiénes son hoy los más vulnerables? Ahí es donde la historia de FyA sigue escribiéndose y donde debemos estar.
“Hay escuela porque hay mundo. Y el mundo pide atención,” dice el filósofo Josep María Esquirol. Escuela como ese lugar donde docentes y estudiantes forman una comunidad donde se comparte el mundo, un lugar para una resistencia fecunda frente a lo que domina y oprime. Fe y Alegría nace como una provocación de una realidad que pide atención y así sigue siendo hoy. Nuestras comunidades educativas son espacios de cuidado y cultivo profundo de las posibilidades auténticas de cada persona y comunidad.
Somos una profecía viva que demuestra que, a pesar de las diferencias, es posible articularse con sentido y trabajar juntos por una educación dinámica y transformadora. Desde nuestras escuelas y espacios de incidencia, reafirmamos que la educación cambia personas que transforman el mundo.
Seguimos soñando con esperanza crítica, aquella que impulsa la acción hacia un mundo más justo. La verdad de Fe y Alegría, decía Vélaz, se mide en la audacia de convertir propósitos en realidades.
Setenta años después, este movimiento sigue vivo porque sigue soñando. Ojalá este encuentro sea un nuevo paso en ese camino: firme, comprometido y lleno de esperanza. Sigamos soñando con una educación transformadora, que haga posible un mundo donde todas las personas tengan acceso a una educación de calidad, sin distinciones ni exclusiones. Porque la educación es un bien público y su defensa es – y siempre seguirá siendo – nuestra causa común. Por eso llevamos 70 años de educación popular. 70 años de esperanza, 70 años celebrando y acompañando vidas, 70 años… educando corazones.
¡Gracias Fe y Alegría… y Muchas Felicidades!