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24 julio 2024

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La importancia de la pedagogía de los ejercicios espirituales en nuestra misión

Hna. Nancy Raquel Fretes, ODN

Directora Fe y Alegría Paraguay y del equipo de espiritualidad


Un movimiento que nace del encuentro con Jesús

 

Vivimos tiempos complejos que desafían nuestra vocación educadora. Más aún, cuando se trata de educar donde se acaba el asfalto y no gotea el agua potable. Fe y Alegría nace de la capacidad de dejarse interpelar por el clamor de los pobres y disponerse con generosidad, por fidelidad, a discernir respuestas liberadoras, en cada contexto. Sin la entrega alegre y solidaria de cada persona, este movimiento no sería realidad.

 

Mantener la esperanza, hoy, cuando parece que todo se oscurece requiere formar en la interioridad y la resiliencia, desde vivencias profundas que cimenten y den razón de la entrega continua en las fronteras de la exclusión. En este sentido, la experiencia de los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola, ofrecen una pedagogía única para, en el encuentro con Jesús, descubrir la verdad profunda del ser humano: la identidad filial y fraterna, raíz de la dignidad.

 

Somos hijos e hijas amados y amadas. Seres que solo se realizan en el amor y servicio al Creador y Señor, en sus criaturas, de preferencia en los pequeños. Como dice nuestro Ideario redactado en 1984 – 1985 «Fe y Alegría es un Movimiento de Educación Popular que, nacido e impulsado por la vivencia de la Fe Cristiana hace frente a situaciones de injusticia, se compromete con el proceso histórico de los sectores populares en la construcción de una sociedad justa y fraterna»*. 

 

Formar a los mensajeros de la fe y maestros de la alegría

 

¿Cómo formar a los educadores de la fe? ¿Con qué pedagogías forjar personas afincadas en el amor al Señor y a sus pequeños? Esta pregunta resuena con mayor fuerza en la medida que se avanza por los caminos más allá del asfalto. El horizonte abierto hacia el futuro se puebla de rostros esperando una razón para seguir luchando porque al fin la justicia y la paz se abracen.

 

La realidad precisa de testigos, de personas que con su vida, gestos y acciones transparenten la novedad del reino que tiene la fuerza poderosa de transformar realidades, humanizar espacios y reconciliar relaciones. En los Ejercicios, s. Ignacio nos invita a no ser sordos a la llamada del Señor. A disponer el oído para acoger su invitación y acunar en el corazón el deseo de trabajar con él y como él.

 

Ante la propuesta de Jesús, de participar de su vida, misión y destino, se da la ocasión privilegiada para preguntarse a fondo por el sentido de la existencia y optar por el camino a seguir. Aquel que quiera ofrecerse en libertad para gastar la vida, por amor al Señor y el servicio a los hermanos debe disponerse a habitar las periferias, avanzar en la intemperie con la certeza de que no camina solo. Decidirse a compartir todo con él supone acoger la cruz, por amor, y aguardar la vida plena que resurge desde los abismos de la esclavitud.

 

Los/las mensajeros/as de la fe y maestros/as de la alegría crecen a la sombra del Altísimo. Se cobijan bajo la fuerza de la Ruah divina, el Espíritu de amor que los forma en Cristo, para colaborar con su misión salvadora en el mundo. Los educadores y educadoras de Fe y Alegría, hoy como ayer, recorren senderos inauditos, sin temor. Con osadía se aventuran más allá de las fronteras. Y, donde la injusticia amenaza a las criaturas, anuncian la buena noticia de la educación liberadora y dignificante.

 

Aprender a agradecer

 

«Conocer tanto bien recibido, para enteramente reconociéndolo se pueda en todo amar y servir», [EE. 230]. Al final de los Ejercicios s. Ignacio nos sitúa ante la profunda experiencia de acoger como todo nos viene dado de arriba. Todo es don y gracia. El secreto de la existencia se esconde en vivir dándose por amor, porque el amor es comunicación, entre el amado y el amante.

 

Si nuestra identidad se nos revela desde la gratuidad del amor, entonces, la finalidad de lo que somos se resume en el servicio por amor. En esta gracia se oculta la razón de la alegría. Su raíz está en el amor primero que sostiene la existencia y la dispone al servicio como respuesta a la generosidad original. Un servicio que nace de la profunda gratitud al reconocer que todo ha sido gratis. Nada me es debido, todo es regalo, por esto, no se puede vivir sino amando, vivir sirviendo.

 

Los mensajeros de la fe y maestros de la alegría se nutren en la experiencia de los Ejercicios. Aprenden a agradecer en la medida que se hacen conscientes de tanto bien recibido. Este don gratuito motiva la vocación de educar e impulsa a caminar de manera audaz con otros y otras en los márgenes, donde se oye el grito de la tierra y el clamor de los pobres.

 

Hoy, más que nunca, urge testimoniar la esperanza y anunciar, con fe y alegría, que juntos somos capaces de transformar la realidad, de construir un mundo más solidario donde todos y todas celebremos la gracia de la fraternidad. Las periferias existenciales y sociales son el campo prioritario de nuestra misión. Allí donde todo se acaba, florecen las oportunidades para los habitantes de los márgenes. Porque justo ahí, el amor hecho servicio siembra semillas de dignificación y promoción social.

 

Somos Mensajeros de la Fe y al mismo tiempo Mensajeros de la Alegría. Mensajeros de la Fe y Maestros de la Alegría. Debemos aspirar a ser Pedagogos en la Educación de la Fe y Pedagogos de la Alegría, como nos decía el P. José María Vélaz, s.j., fundador de nuestro Movimiento.**

 

 


* Federación Internacional de Fe y Alegría. (2008). Ideario Internacional de Fe y Alegría. XV Congreso Internacional – Mérida (Venezuela) 1984 XVI Congreso Internacional – San Salvador (El Salvador), 1985. En L. Carrasco (Ed.), Pensamiento de Fe y Alegría. Documentos de los Congresos Internacionales 1984-2007. Caracas: Fe y Alegría.

** “Pedagogía de la Alegría. Notas de apoyo para las reuniones de fin y de comienzo de año en San Javier del Valle”, manuscrito del P. José María Vélaz fechado el 12 de noviembre de 1979.

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