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Una cruda realidad

Los malabares de la política migratoria en Panamá siguen causando confusión. Apostar a ser un centro de operaciones humanitario no encuadra con medidas de control alejadas de la realidad. La vulnerabilidad expresada en la falta de empleo, la crisis habitacional o los cerca 400 mil seres humanos que han entrado por el Darién han creado condiciones de atrapamiento social forzado en muchas familias que se debaten entre quedarse o volver a movilizarse. Y es, que la migración en Panamá es más que las historias del Darién.

 

La migración es un factor que mueve el Darién, no hay duda. Representando más de 30 millones de dólares solo en transportes. Pero igualmente es importante el reflejo económico de quienes han decidido vivir en Panamá. Es lo que Georg Simmel, filósofo alemán llamo en su “teoría del extranjero”, una economía autárquica (es decir las estructuraciones de las relaciones a partir de sus relaciones)

 

El impacto económico que ha dejado el flujo migratorio por el territorio ha llevado a generar una dependencia de la comunidad del tránsito migratorio, pero a su vez ha mejorado la calidad de vida, si lo vemos desde el enfoque económico. Pero a nivel comunitario, los cambios sociales empiezan a ser evidentes, antes la economía que era netamente agrícola se encara a una nueva forma de garantizarse la vida, como lo detalla el siguiente testimonio:

“Antes de hacer transferencias a los migrantes no tenía forma de ganarme la vida, ahora tengo un trabajo de medio tiempo en el que me gano unos 250 semanales”.

Dialogo con una encargada de transferencias, Santa Fe, agosto 2023.

 

Las personas migrantes al salir de la selva deben garantizarse un mínimo de 200 por persona que les permita cubrir los traslados acuáticos, la alimentación, ropa, recarga telefónica y el traslado terrestre hasta la Estación migratoria en la provincia de Chiriquí, por poco o mucho dinero que traigan los migrantes representan una entrada de dinero fija para los que no han podido encontrar en su territorio una forma de incentivar la economía doméstica.

 

A la par nos encontramos con miles de personas migrantes viviendo en Panamá en busca de un sustento, de poder salir adelante, muchos viviendo el diario para subsistir, muchos atrapados sin poder volver y debatiéndose si seguir o quedarse y es allí donde parte de nuestro trabajo se da, acompañar, escuchar y respetar su decisión en medio del compartir de la fragilidad de una sociedad de oropel incapaz de poder repartir su riqueza y que atrapa en la desigualdad a panameños y extranjeros.

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