Luisa Pernalete, educadora y coordinadora del programa Madres Promotoras de Paz de Fe y Alegría.
El 1 de abril, por acuerdo de la UNESCO- ONU, se celebra el Día Mundial de la Educación, para recordar al Estado la importancia de esta dimensión de la vida.
Fe y Alegría, Movimiento de Educación Popular y de Promoción Social, nació precisamente para promocionar y defender el acceso a la educación. Nuestro fundador, el P. José María Vélaz SJ, recorría barrios populares de Caracas, con alumnos de la recién creada UCAB, y los vecinos de lo que hoy es el 23 de Enero, le dijeron que necesidades había muchas, pero para ellos, la más urgente era la falta de escuela. Y con esa solicitud, sabía por lo demás, emprendió José María Vélaz, el reto de abrir la primera escuela de esa red internacional que es hoy Fe y Alegría.
Decía Vélaz, que el venezolano era un gran pueblo, pero que estaba dormido, y la educación lo despertaría. Y tenía razón, pues sin educación las potencialidades de cualquier persona, se quedan como escondidas. Educar viene de educere, sacar lo mejor de sí, y eso es lo que hace la educación: sacar lo mejor de cada quien.
Hoy se dice que el derecho a la educación es un derecho puerta, pues quien se educa, tendrá más oportunidad de acceder a otros derechos, tendrá más herramientas.
Un ciudadano con educación, tendrá conocimientos de sus deberes y de sus derechos, estará en mejores condiciones para cumplir sus deberes como ciudadano, y tendrá más herramientas para defender sus derechos.
Una persona con educación, podrá acceder a mejores trabajos. Hoy lo estamos viendo en la diáspora venezolana: los que se fueron a otros países, buscando horizontes de vida, y se fueron con ciclos educativos terminados —bachillerato, Universidad, postgrado, cursos, entre otros— han tenido mejores oportunidades de trabajo que los que se fueron sin terminar etapas, aunque no puedan trabajar en lo que se graduaron, están en mejores condiciones para seguir aprendiendo.
Se sabe también, que ningún país ha salido bien de una crisis sino es con educación.
Entonces, hay que proteger a la educación, hay que defenderla. Y con la pandemia, que nos ha obligado a un año de educación a distancia, sabemos que para las primeras etapas del proceso: educación inicial, primaria y el bachillerato, esto era inédito… Tocó inventar, aprender, errar muchas veces.
Pero recordemos que los problemas de la educación venezolana no comenzaron en marzo del 2020, con la declaración de la cuarentena y la suspensión de clases presenciales. Ya teníamos la rutina escolar alterada desde hace varios años, entre otras cosas, por las renuncias de los docentes ante los salarios miserables, como los ha calificado el padre Manuel Aristorena, Director Nacional de Fe y Alegría. Eso no ha mejorado.
Los salarios de los educadores en Venezuela son los más bajos de toda América Latina y probablemente del mundo: entre 3 y 6 dólares según el escalafón ¿Quién puede vivir con eso? De paso, los educadores venezolanos no están pidiendo nada distinto a lo que establece la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela: todo trabajador o trabajadora, tiene derecho a ganar un salario que le permita satisfacer sus necesidades. (Art.91)
Hay que cuidar a los cuidadores, sin maestros no hay escuela, sin maestros no hay educación ni presencial ni a distancia. No se le puede pedir actos de heroísmo de manera permanente a los docentes.
En este Día Mundial de la Educación, conviene recordar lo que expertos mundiales han dicho de manera reiterada: la educación necesita inversiones suficientes: salario para los educadores, infraestructura, servicios; hoy, los son también los equipos tecnológicos e internet.
Sin educación no hay ni presente ni futuro para los niños, niñas, adolescentes ni jóvenes. Sin educación, no hay presente ni futuro para un país.
Conviene recordar también, que, según nuestras leyes vigentes, los derechos de los niños, niñas, adolescentes son Prioridad Absoluta (Art. 7 de la LOPNNA y 78 de la CRBV), de manera que, por encima de gastos en armas, por ejemplo, debería estar la inversión en educación.
Termino con una frase de la joven Malala, premio nobel de la paz cuando tenía 17 años, y conocida mundialmente por su defensa del derecho a la educación: “Un niño, un maestro, un libro y un lápiz, pueden cambiar el mundo”.