En el contexto de Emergencia Humanitaria Compleja, derivada de una profunda crisis política, sumada la pandemia por la COVID-19 nace la iniciativa «Con Dios en el Camino, espiritualidad para la vida», dirigida a todo el personal de Fe y Alegría Venezuela y abierta a otras obras de la Compañía de Jesús en en el territorio nacional.
Comenzamos la primera fase el 2 de noviembre de 2020, Día de los Muertos, con el tema «Celebrar y Agradecer la Vida, y terminamos en junio conversando sobre «La Muerte no es el Final». Fueron 8 temas, cada uno tratado desde distintas miradas: desde la interioridad, la realidad del entorno, la espiritualidad cristiana, lo psico-emocional y la identidad de Fe y Alegría. Reflexionamos, oramos, compartimos, leímos, revisamos la vida personal y salimos fortalecidos para continuar nuestra misión educativa.
Los frutos que se recogieron en esta primera fase:
Ha sido muy reconfortante ver cómo en medio la dinámica de educación a distancia, con lo que eso particularmente significa en Venezuela, el personal se abrió a la experiencia, organizaron cronogramas, buscaron opciones de conectividad, se plantearon diferentes modalidades para hacer posible los espacios de formación. Llegaron a participar 3.437 personas.
Las experiencias de los grupos –temas y dinámicas de facilitación- propiciaron que:
- Las personas reconocieran la vida como don gratuito que merece ser vivida con actitud de agradecimiento y celebración gozosa, aun en medio de una realidad dolorosa de pérdidas y de mucha precariedad. Se pudo percibir en los testimonios, que la experiencia vivida favoreció en las escuela y programas un ambiente de alegría, una oportunidad para descargar la tristeza, dolor, estrés y poder reír, disfrutar, generando clima de trabajo favorable y una actitud positiva y de esperanza ante la vida.
- Las personas se reconocieran como seres humanos, fruto del amor creador de Dios, con capacidades para desarrollarse plenamente en la relación-comunión con los otros y con la naturaleza. Identificaron en el contexto y en nuestras prácticas sociales, aquellas acciones que deshumanizan, degradan y violentan los DDHH y se generó la reflexión del compromiso para cuidar una vida cada vez más golpeada.
- Las personas reconocieran su dimensión espiritual, la necesidad de esa relación trascendente con el Dios de la vida que nos habita y nos da fuerzas, y el cultivo de la espiritualidad cristiana, portadora de transformación personal y social. La experiencia puso en evidencia como al estar minimizadas las condiciones básicas que garantizan la vida, las luchas por la sobrevivencia nos desconectan de esta dimensión espiritual- trascendente y nuestra experiencia de fe. La reflexión posibilitó la contemplación y encuentro con ese Dios que camina con nosotros en la cotidianidad, en la vida y la historia, que procura nuestro bien y nos quiere felices.
- Las personas contaron durante todo el proceso, con herramientas para ejercitar el cultivo de la interioridad a través de espacios de silencio, respiración consciente y pacificación del cuerpo, contribuyendo a la liberación de tensiones, emociones acumuladas, estrés, generando mejores condiciones para vivir, aprovechar el proceso formativo y entrenarse en el control sano de las emociones en la cotidianidad.
- Esta iniciativa ha sido aire fresco, bálsamo que cura heridas, un recuperar razones para la alegría, la esperanza, el encuentro fraterno y el fortalecimiento de la misión personal e institucional, por lo que estamos agradecidos en primer lugar, con Papa Dios y su hijo Jesús que caminan junto a nosotros, siendo lámpara en este transitar oscuro que vivimos como país. También agradecidos con los que, a través de sus aportes y ayudas hicieron posible esta experiencia. Esperamos reanudar la experiencia a inicios del próximo año escolar.
Seguimos con Dios en el Camino.