Javier Barrios | Equipo de Comunicación de Fe y Alegría Venezuela
Hilda Noemí Sánchez Paredes, cariñosamente llamada «la maestra de los cuentos» por sus estudiantes, ha brillado a lo largo de sus 33 años de carrera profesional gracias a su enfoque innovador en la enseñanza.
Su dedicación, perseverancia y profundo amor por la educación han dejado huellas imborrables en cada uno de sus estudiantes, un hecho que la maestra Hilda recuerda con profunda nostalgia.
Con 52 años, recuerda como si fuera ayer esos momentos en su salón de clases, con tiza en mano y un pizarrón frente a ella, donde se dedicaba a inculcar valores, competencias y conocimientos. A lo largo de su trayectoria, se ha desempeñado en diversas funciones, abarcando niveles y modalidades educativas que van desde la educación inicial y primaria hasta la educación universitaria y la gestión pedagógica.
La maestra Hilda comparte con orgullo su experiencia: Sentaba a los niños en el suelo y les narraba historias cautivadoras. Además, utilizaba un proyector y un televisor para presentar los cuentos de forma más visual y atractiva, despertando el interés de los pequeños por las matemáticas, la lectura y la escritura.
Para ella, resultaba maravilloso recorrer los pasillos de la escuela o el patio y escuchar a los niños de preescolar decir: “¡Ahí va la maestra de los cuentos!”
“Ese reconocimiento me llenaba de una profunda felicidad», confiesa Hilda.
Recuerda aquel día en que consiguió algunos cuentos. Se sentó a leerle algunos de esos cuentos a un grupo de niños, quienes se quedaban maravillados, con los ojos llenos de asombro, pidiendo más relatos. En medio de risas, y actividades lúdicas estimulaba su imaginación y los motivaba a conectar estas historias con otras áreas del conocimiento.
Hilda Noemí laboró en tres instituciones de Fe y Alegría: la escuela Simón Bolívar en Caraballeda, la Unidad Educativa Colegio Virgen Niña y el Colegio Abraham Reyes, la primera escuela que dio inicio a este movimiento hace 70 años.
En la actualidad, Hilda reside en la zona de Propatria, al oeste de Caracas. Ella nos relata que, sin haberlo planificado, inició su camino como maestra en la Escuela Abraham Reyes, un lugar que se convirtió en un espacio de aprendizaje para ella, donde tuvo la oportunidad de ejercer su profesión en su máxima expresión.
La elección de estudiar educación por parte de Hilda, surgió al finalizar el bachillerato y por estar profundamente influenciada por las huellas imborrables que dejaron muchas de sus maestras durante su tiempo en la escuela.
“Estas educadoras enseñaban con amor, dedicación y un genuino compromiso hacia sus alumnos. Sin duda, su forma de impartir conocimiento marcó un hito en mi vida”, recuerda Hilda.
Desde entonces, siempre tuvo la firme convicción de que quería enseñar, pero con un enfoque más accesible y creativo. Hilda, observaba que existían métodos más sencillos para aprender y sentía la necesidad de descubrir cómo implementarlos.
“Por esta razón, pude cumplir mi sueño de ser docente”, dice.
Para Hilda, trabajar en la primera escuela de Fe y Alegría, Abraham Reyes, fue una experiencia profundamente significativa.
“Hasta la fecha, esta labor ha moldeado mi manera de trabajar, mi profesionalismo y mi dirección en la vida, tanto en relación con los estudiantes como con los docentes y las familias de los estudiantes”, cuenta con orgullo.
Ella asegura que los valores que aprecia de su trabajo como docente provienen de Fe y Alegría, como la constancia, que cada día le hacen recordar que debe esforzarse por mejorar, abordando sus tareas con entusiasmo y dedicación.
“La perseverancia en la escuela ha sido fundamental para no rendirnos y mantenernos firmes, permitiéndonos avanzar a pesar de las dificultades. Es fundamental recordar que lo verdaderamente importante no es cuánto sabemos, sino cómo lo enseñamos”, agrega.
Hilda afirma que es fundamental que nos mantengamos perseverantes en todo lo que hacemos y que evitemos caer en la conformidad. Con sus años de experiencia, insiste en que siempre debemos buscar innovar, mejorar y destacar de manera única.
“Esto nos permitirá enfrentar los retos diarios que se nos presentan, especialmente cuando trabajamos con estudiantes de diversas capacidades cognitivas”, asegura.
Nos cuenta que es esencial que nos preparemos constantemente y no nos quedemos anclados en lo que aprendimos hace diez años, pues ser docente implica ser pionero en el ámbito educativo.
La labor de un maestro es, sin duda, la de un formador. Y para Hilda, no hay mejor modelo a seguir que el de Jesús, el maestro de maestros.
“Por ello, cuando alguien dice maestro, es importante recordar que, más que un título, es una gran responsabilidad”, insistió.
Hilda siempre ha creído que es un honor ser comparado con el maestro de maestros. Afirmó que somos, en esencia, una extensión de esa formación que Dios nos ha encomendado.
La escuela Abraham Reyes de Fe y Alegría está ubicada en el barrio del 23 de enero de Caracas, es el primer colegio que posteriormente se extendió a 22 países en América Latina, África, Europa y Asia.
Caracas, 16 de enero de 2025
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