La Rifa Anual de Fe y Alegría, como la recordamos muchos venezolanos de todas las edades, empezó formalmente en 1960. Fe y Alegría crecía y necesitaba fondos para financiar sus escuelas, materiales y maestros. Desde entonces, se hacía esta campaña anualmente y más que levantar fondos levantaba sensibilidad hacia las necesidades de la población desasistida.
Pero como símbolo fundacional, Fe y Alegría recuerda que los primeros ingresos de tesorería fueron producto de una rifa –¡la primera rifa de Fe y Alegría!–: una de las jóvenes del grupo de estudiantes de la UCAB que visitaba los barrios con el Padre Vélaz, donó sus zarcillos de platino y otra propuso que se hiciera una rifa con ellos. Con los 4.000 bolívares que se obtuvieron, se hicieron unos bancos sin respaldo para los alumnos y se empezaron a pagar los primeros sueldos a las tres maestras de la primera escuela.
Más adelante, cuando se comenzó con la rifa formal, se usaba un esquema de distribución de boletos en los colegios privados de Caracas y otras ciudades, que incluía una charla en todas las aulas sobre la educación de Fe y Alegría y la posibilidad de brindarle educación a los niños que aún no iban a la escuela. En los colegios se hacían competencias entre secciones para vender boletos y la sección ganadora salía a algún paseo. Hoy en día muchos adultos venezolanos recordamos haber salido con nuestros talonarios a tocar puertas o convencer a la gente que esperaba su autobús para que nuestra sección ganara.