Fe y Alegría Venezuela
“El pueblo que andaba en tinieblas vio una gran luz…
Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado.” (Is. 9,1.5).
En nuestra cotidianidad más próxima, encontramos dolores, esperanzas truncadas, luchas constantes y esfuerzos que a veces parecen no dar frutos. Vivimos a contracorriente, enfrentando desafíos diarios que, en ocasiones, nos hacen sentir que el horizonte se cierra.
Si extendemos nuestra mirada al mundo, nos encontramos con guerras, violencia, injusticias, desigualdades indignantes, el flagelo de las drogas y la coexistencia de opulencias y miserias. Incluso en nuestro interior, enfrentamos oscuridades: el sentido de la vida puede desdibujarse, la alegría se pierde, las cargas se vuelven pesadas y las relaciones se tornan difíciles.
Y, sin embargo, seguimos adelante. Trabajamos, educamos, atendemos a nuestras familias, gestionamos, limpiamos el centro, hacemos cuentas, entrevistamos, hacemos radio, acompañamos a estudiantes, comunidades y familias. Nos levantamos tras cada caída, día tras día, con esfuerzo y dedicación.
En este caminar, una gran Luz ha brillado. Esa Luz nos guía hasta el humilde pesebre de Belén. Allí, en lo más sencillo y frágil, un niño nos ha nacido. Este niño, necesitado de cuidado y atención, nos invita a bajar de nuestras alturas, a dejar a un lado títulos, seguridades y apariencias para acercarnos con humildad.
Un niño que también trae un mensaje a la humanidad y nos recuerda que somos creados para la vida e invitados a construir un mundo mejor para todos, a transformar esa ansia de poder que destruye y engendra injusticia en una actitud de servicio y de co-creación con el Dios de la Vida.
Ahí es donde nace nuestra esperanza. Dios se ha hecho niño. En lo pequeño, en el cuidado, en el amor generoso y en la entrega, encontramos la fuerza para seguir adelante. Esta luz nos muestra el camino, exigiendo confianza en un Dios que se manifiesta en la fragilidad de un recién nacido, tocando corazones y despertando sonrisas.
Este 25 de diciembre, día de Navidad, acerquémonos al pesebre con el corazón abierto. Traigamos ante Él todo lo vivido este año: nuestras luchas, alegrías, esfuerzos, recuerdos de quienes están cerca o lejos, y de quienes ya no están. Pongamos a sus pies nuestras cargas y esperanzas, y celebremos con aguinaldos, cantos y oraciones. Contemplemos su rostro y dejemos que su mirada nos llene de paz.
Desde Fe y Alegría les deseamos que esta Navidad sea un tiempo de renovación, esperanza, alegría, encuentro y amor para todos nosotros.
Fe y Alegría 70 años, educamos corazones.
Caracas, 12 de diciembre de 2024
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