Javier Barrios | Equipo de Comunicación de Fe y Alegría Venezuela
Patricia Reyes voló alto el 15 de febrero de 2006, 18 años después de la partida de Abraham, quien falleció en el hospital Vargas el 6 de septiembre de 1988. Han transcurrido 19 años desde aquella triste noticia. Se nos fue una mujer generosa, amiga, voluntaria, aliada y cofundadora de la primera Escuela de Fe y Alegría.
En 1955, Patricia compartió: “Mi esposo me preguntó si podíamos ofrecer nuestra casa para organizar una escuela. Yo le respondí que sí. Cuando uno ha luchado arduamente en la vida, se siente inmensamente feliz al poder dar algo a los demás”.
Tanto Abraham como Patricia compartían la convicción de que la generosidad es la verdadera fuente de la felicidad.
En palabras de Abraham: “Cuando entregué la casa, para la primera escuela, también me entregué a las obras de Dios. Desde entonces, he experimentado una gran felicidad. Creo que es mucho más importante darse a uno mismo que simplemente dar cosas. Uno recibe mucho más cuando regala su vida, y así encuentra una mayor felicidad”.
Patricia nació el 24 de agosto de 1924 en Aragüita, cerca de Caucagua (Estado Miranda), en Barlovento, a 90 km de Caracas. Esta tierra, habitada por antiguos esclavos negros dedicados al cultivo del cacao y del café, le legó costumbres, fortaleza, tambores y bailes.
Huérfana de padre y madre, su mamá falleció tres días después de dar a luz. Su padre, incapaz de cuidarla, la entregó a unos familiares, y Patricia creció con primos y tíos. A los 16 años, se mudó a Caracas y comenzó a trabajar como sirvienta, donde conoció a Abraham, siete años mayor que ella, quien había llegado a la capital en busca de una vida mejor que lo alejara de la extrema pobreza de su infancia en la Sierra de Falcón.
Abraham era un joven fuerte, emprendedor y trabajador, siempre dispuesto a labrar un futuro digno para él y su familia a base de esfuerzo y sacrificio. Se casaron por la Iglesia, siguiendo el consejo del padre jesuita Pedro Pablo Barnola, y desde entonces se convirtieron en un matrimonio ejemplar y en un modelo de paternidad para sus numerosos hijos.
Desde el cielo, Patricia y Abraham continuarán nutriendo nuestros sueños y proyectos, para que Fe y Alegría se mantenga fiel a su identidad y misión. En estos días en que el Movimiento se prepara para celebrar los 70 años, esta extraordinaria mujer sigue siendo un ejemplo de espiritualidad y amor por los más humildes, valores que nos señalan el camino hacia una educación popular liberadora.
Debemos avanzar con pasos cada vez más firmes y vigorosos, siguiendo las huellas de Jesús, a quien Patricia y Abraham siguieron con tal dedicación que los hace dignos de ser considerados santos.
Caracas, 06 de febrero de 2025
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