Luisa Pernalete
Fe y Alegría en Venezuela
Luisa Pernalete
Fe y Alegría en Venezuela
Se acerca la Semana Santa. En ella recordamos el Viacrucis de Jesús, un camino doloroso, cruel, pero la Semana Santa termina con la Resurrección.
También la escuela venezolana tiene su viacrucis hoy, con estaciones muy dolorosas, con mucha gente llevando cruces: educadores, directivos, alumnos, familias… Al igual que Jesús, hay gente que ayuda, y como Jesús, también hay signos de resurrección, aunque hoy nos parezcan casi invisibles, casi imposibles. Vamos a recorrer parte de ese viacrucis.
Primera estación: Hoy no se pudo dar clases, varios días sin agua… ¿Cómo limpiar los baños? Se necesita agua para tener la escuela aseada, y para que los niños se laven… Esta es una de las primeras causas de suspensión de clases.
Segunda estación: Hoy tampoco hubo PAE, Programa de Alimentación Escolar. Ya sabemos que muchos niños no están teniendo las 3 comidas en sus hogares, tampoco el personal, sabemos que la letra con hambre no entra. Cuando hay desayuno o merienda, los salones se llenan…
Tercera estación: Renunció otro profesor de bachillerato, el de refrigeración, dice que con dos días haciendo servicio a aires acondicionados gana más que en 15 días dando clases, y necesita mantener a su familia. Los bajos, bajísimos salarios no permiten a los docentes mantenerse en un trabajo, aunque tengan mucha vocación. Según la Red de Observadores de Con la escuela, el 50,2% de los docentes venezolanos encuestados tienen otro trabajo para poder subsistir en las aulas.
Cuarta estación: Renunció otra maestra en la escuela pública vecina y no le han puesto suplente, los niños de ese grado no están teniendo clases. Así hay muchos casos, y sobre todo los pequeños, necesitan a sus maestras, olvidan con facilidad lo que van aprendiendo si no tiene refuerzos.
Quinta estación: ¡Otra vez sin electricidad! No se puede prender la bomba para el agua, tampoco los ventiladores, y ya está haciendo mucho calor. Los servicios públicos son necesarios, razón tiene la LOPNNA (Ley Orgánica para la Protección de Niñas, Niños y Adolescentes), de contemplar como un derecho el tener un “nivel de vida adecuado”, como lo dice el Art. 30, y ello supone servicios.
Sexta estación: Faltaron otra vez William y Valentina, dos pequeños cuyos padres se fueron a Colombia buscando cómo mantenerlos. Los niños se quedaron con la abuela, que está muy mayor. Como ellos, en Venezuela hay muchos “niños dejados atrás” en las escuelas. Necesitan atención especial, se entristecen con frecuencia, les cuesta más rendir en la escuela. La soledad le spuede causar depresión. ¿Cuántos tenemos en cada centro? Hay que monitorear estos casos cada semana.
Séptima estación, Hubo una pelea violenta en el patio. Se cayeron a golpes dos estudiantes de primer año, y otros chicos en vez de separarlos, los aupaban. Afortunadamente, como a Jesús le ayudó el Cirineo a cargar la cruz, un profesor que estaba de guardia vio la situación e intervino… No siempre sucede eso, en el estado apure hace poco murió un chico de 15 años, estudiante de un liceo. Nadie le ayudó….
Octava estación: Vanessa no quiere ir a la escuela, es gordita y le hacen mucha burla en su salón. El acoso escolar, ese que es silencioso reiterado, intencional, es muy dañino. Hay que poner atención cuando un alumno o alumna no quiere ir a la escuela varias veces… La violencia escolar tiene muchas caras.
Novena estación: Volvieron a robar a la escuela, se llevaron hasta los techos de los pasillos, y por supuesto, las computadoras que estaban en el salón donde se enseña a los jóvenes informática. No hay vigilancia policial para los centros educativos, y aunque unos vecinos, cuando escucharon ruidos extraños llamaron a la policía, estos llegaron muy tarde. Costará reponer todo lo robado.
Decima estación: El profesor guía llegó tarde, como no le alcanza el sueldo para pagar pasaje, se viene caminando desde su casa y queda lejos. Como él otros también caminan. Se le está pidiendo mucho a los docentes que trabajan en las escuelas públicas y en las subsidiadas.
Undécima estación: Hay varios chicos del segundo año que decidieron no volver a clases, dicen que se aburren, que no ven la importancia de seguir estudiando… Hay docentes que no están actualizados, los alumnos se aburren, se necesitan clases participativas, animadas, que se parta de los intereses de los educandos.
Décima segunda: Los estudiantes están saliendo de 6 grado, y a veces del bachillerato, y no todos saben leer bien, ni comprender lo que leen, ni ubicar a Venezuela en un mapa, a veces ni sumar, restar y multiplicar, esto es, las competencias básicas. Calidad de aprendizajes muy por debajo de lo necesario.
Décima tercera: Asaltaron a varios alumnos en el bus cuando venían al liceo, la inseguridad también es una cruz para las escuelas con entornos violentos, no permite educar en paz. Y casi que se pone peor cuando hay operativos buscando delincuentes. Todo el mundo en peligro. Hay heridos y detenciones arbitrarias.
Décima cuarta: Una escuela en Ciudad Bolívar, al sur del país, se cerró por falta de alumnos y de maestros. Estos últimos se fueron a las minas del sur del estado. ¿Cuántas escuelas no han reducido su número de secciones por causas similares?
Hay más cruces, unas más pesadas, otras más livianas, pero ayude a cargar las cruces de la escuela donde trabaja o donde estudian sus familiares. Pidamos a Dios que nos enseñe a ser Cirineos.
La Semana Santa no termina el Viernes Santo con la crucifixión de Jesús, sino el Domingo de Resurrección, y entonces conviene que veamos algunos signos la escuela de hoy que nos da esperanza. Resucita una escuela cuando hay docentes que perseveran a pesar de los bajísimos salarios y de las múltiples dificultades; resucita una escuela cuando se crean grupos juveniles que dan oportunidad de formación y de participación a niños, adolescentes y jóvenes, como Huellas para diferentes edades; hay signos de resurrección cuando el personal da acompañamiento psicoafectivo a los alumnos, cuando se preocupan y se ocupan de su entorno familiar, de su ánimo; resucita una escuela cuando se fomenta la fraternidad y se enseña a los alumnos a resolver sus problemas por vía pacífica; resucita una escuela cuando madres, como las Madres Promotoras de Paz, se vuelven comadres de las maestras y convierten a los niños y niñas en sus ahijados y hasta suplen a maestros en emergencias… Resucita una escuela cuando se tienden lazos con las comunidad y se ayudan mutuamente frente a los problemas comunes.
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